Última alteração: 2023-06-07
Resumo
Desde las primeras representaciones del episodio homérico en los albores del siglo VI a.C., los artistas de todos los tiempos han recreado el mito de las sirenas como expresión de la seducción femenina a través de la palabra y la música (el canto), asociándolas -con diferentes tintes iconológicos, en función del momento-, a los peligros y la muerte. Sin olvidar el célebre pasaje homérico (Odisea, XII, 1-200), en esta ocasión proponemos un acercamiento a las míticas aves marinas en relación con su culto en los contextos funerarios griegos.
Desde finales de la quinta centuria, la asociación de estas criaturas con la muerte cristalizó en una nueva concepción de sus imágenes, convertidas entonces en guardianas del Más Allá, de tal suerte que su presencia se hizo especialmente elocuente en vasos de naturaleza funeraria (lécitos y lutróforos); siguieron siendo hermosas seductoras asociadas a la música, pero en la mayoría de los casos, su imagen no quedó asociada al pasaje homérico citado, sino a la armonía de las esferas como cantoras celestes y al lamento fúnebre, el doliente threno, tal y como las invoca Eurípides Doncellas aladas, oh doncellas de la tierra, Sirenas, que vengáis a mis quejas resuenen en el loto libio o en la siringe, trayendo a mis gritos fúnebres lágrimas al unísono, acompañantes de penas a mis penas, y de canciones a mis canciones. Que Perséfone, para unirse a mis threnos, nos haga subir a nosotros, y reciba a cambio, en su palacio nocturno, el pean mojado en lágrimas que dedico a los miserables muertos (Eurípides, Helena 1, 167-178).
Con las sirenas presidiendo la armonía cósmica, actuando como psicopompos y llorando o acompañando a los difuntos en diversos monumentos funerarios griegos (particularmente en el remate de las estelas funerarias griegas), prestaron su voz y su Mnema al finado. Esta nueva concepción ponía de relieve la ambivalencia de su carácter: por un lado, eran criaturas salvadoras, benéficas “musas del allende” y por otro, seres peligrosos que llevaban a las almas a la perdición y procuraban la muerte. Los artesanos etruscos y en menor medida los romanos, volvieron a representar su imagen asociada al Más Allá, como motivo decorativo en frentes de urnas cinerarias y sarcófagos donde su presencia aparece de nuevo relacionada con la tentación del politropo y astuto Odiseo.